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Stephen King
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March 10 - May 3, 2024
Se trata del gran antagonista de Roland, Marten Broadclock, conocido en algunos mundos como Randall Flagg, en otros como Richard Fannin y en aún otros como John Farson (el Hombre Bueno).
sangre que corre por tus venas corre por las mías, cuando me miro en un espejo es tu rostro el que veo. Toma mi mano,
apóyate en mí, somos casi libres, pequeños trotamundos. RODNEY CROWELL
Tian reconoció que, en ocasiones, la incomodidad te hacía sentir cómodo.
El Viejo Amigo, quien una vez, en otro mundo, había huido de un pueblo llamado Jerusalem’s Lot, quería deshacerse de aquello. Si no lo hacía pronto, lo mataría.
—Como un antropólogo —respondió sin vacilar—. Como un antropólogo tratando de comprender una cultura extraña a través de sus mitos y leyendas.
Nadie es feliz y come perdices por siempre jamás, pero dejamos que los niños lo averigüen por sí mismos, ¿verdad?
Le hizo pensar en aquellas viñetas de cómic en que Archie o Jughead tratan de mirar en dos direcciones a la vez. Miró hacia abajo y descubrió una expresión similar en la cara de Acho. En cierto modo, aquello lo hacía todo aún más divertido.
Me recordáis una escena de Shakespeare, Roland. Dos personajes, podrían ser Falstaff y el príncipe Hal, no estoy segura, están hablando sobre lo que van a hacer cuando ganen la guerra y se hagan con el poder, y uno de ellos dice: «Lo primero que haremos será matar a todos los abogados».
El tiempo es un rostro en el agua.
Era la posibilidad de la oscuridad lo que hacía que el día pareciera tan radiante.
En Gilead teníamos un dicho: «Deja que el mal espere el día en que haya de caer».
Vio besos correspondidos en portales, carteras devueltas y hombres que habían llegado a una bifurcación y habían escogido el camino correcto. Vio un millar de encuentros al azar que no eran azarosos, diez mil decisiones correctas, cien mil respuestas acertadas, un millón de actos de amabilidad no reconocidos.
Mi viejo maestro… —¿Cort o Vannay? —Cort. Solía decirnos que un hombre tuerto es ciego ante los matices. Se necesitan dos ojos, un poco separados el uno del otro, para ver las cosas como son en realidad. Así que, ea, ve con ellos. Hazte amigo del chico, si crees que es lo más natural. Él parece que lo esté deseando.
—Cabeza clara. Boca cerrada. Mira mucho. Habla poco.
Hubiera seguido parloteando. Lo más probable es que lo hiciera; cuando se era el hacendado, por lo general se estaba acostumbrado a meter baza y a que todos estuvieran de acuerdo.
En el negocio de Rowan Magruder, al trabajar con borrachos, colgados y vagabundos con un pie en la realidad y el otro en los límites de la realidad, uno se acostumbra a los grandes cambios que sufre la gente y, por lo general, no son cambios para mejor. Es como un entrenamiento para descubrir quién se oculta debajo de moretones recientes y de capas frescas de suciedad.
Después de todo, los adioses que recibimos y los adioses que damos son los adioses que nos dicen que seguimos vivos.
«El hombre inteligente no tienta un oso dormido con un palo», se dijo.
Incluso le contó a Roland el viejo chiste, el de un tipo con un pinchazo en la rueda que dice: «Al menos solo se ha pinchado por la base».
Mi padre me habló bastante sobre el tema y casi todo ha abandonado mi mente, pero hay algo que sigue estando muy claro. Dijo que cuando te sientes inseguro, debes dejar que el ka lo solucione solo. —Así que es el ka. —Jake parecía decepcionado—. Roland, eso no es de gran ayuda. Roland percibió preocupación en las palabras del niño, pero fue la decepción lo que le dolió. Se volvió, sentado en la silla de montar, abrió la boca y fue consciente de lo superficial que era la justificación que estaba a punto de dar, así que volvió a cerrar la boca. En lugar de justificarse, dijo la verdad. —No sé
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Lo único que puedo hacer es volver a decir lo que ya he dicho: cuando uno no está seguro del ka, es mejor dejar que el ka lo solucione. Si uno se entromete, suele hacer siempre lo equivocado. —Eso suena a lo que la gente del Reino de Nueva York llama escurrir el bulto, Roland. Una respuesta que no es una respuesta, solo una forma de conseguir que los demás se traguen lo que quieras.
Tú crees que deberíamos contárselo a Susannah. Yo, por otro lado, no sé qué hacer, en esta cuestión he perdido el norte. Cuando uno sabe y otro no, el que no sabe no debe agachar la cabeza y el que sabe debe asumir la responsabilidad. ¿Me entiendes, Jake?
pero Roland tenía otras preocupaciones y necesidades; primero es la obligación que la devoción, como decía Susannah en algunas ocasiones.
Más tarde, tras repetirles la frase a un montón de judíos que se limitan a sacudir la cabeza desconcertados, Callahan conocerá por casualidad a un anciano en Topeka que le traduce gai cocknif en yom. Significa: por mí como si os ponéis a escupir en el mar.
la codicia siempre rompe el saco, aunque sea por una buena causa.
Mi viejo y el viejo de Cuthbert tenían una norma: primero las sonrisas, luego las mentiras. Los disparos vienen al final.
«Sí y si los peces tuvieran bicis, los putos ríos serían el Tour de Francia.»
Ahora que creo que todos hemos nacido con un agujero en el corazón, y que vamos por ahí buscando a la persona que pueda llenarlo.
“Que Dios me dé la serenidad de aceptar lo que no puedo cambiar, la tenacidad de cambiar lo que puedo, y la buena suerte de no confundirlos demasiado a menudo”.»

