Hay corazones a los que nuestra estúpida moralidad condena a una juventud demasiado corta y a una vejez demasiado larga. La vejez no sirve para nada. Si yo hubiese creado el mundo, hubiera situado el amor al final de la vida. Los seres humanos se habrían visto sostenidos, hasta el final, por una esperanza confusa, pero prodigiosa.

