Ésa fue la última vez que se vieron. Su padre había llegado de improviso, esa tarde, sin anunciarse. Emilio se sorprendió al reconocer su voz, que entraba, nítida, por la ventana de la pieza que daba al patio interior. Preguntaba por él en otro departamento, como si se hubiera perdido, hosco, resuelto, seguro de no estar equivocado. Se quedó oyendo ese tono empecinado y cuando por fin salió al pasillo lo vio en el descanso de la escalera, un hombre avejentado, vestido con una elegancia pasada de moda, que subía fatigosamente. «¿Dónde te has venido a vivir?», le había dicho, hablando rápido
Ésa fue la última vez que se vieron. Su padre había llegado de improviso, esa tarde, sin anunciarse. Emilio se sorprendió al reconocer su voz, que entraba, nítida, por la ventana de la pieza que daba al patio interior. Preguntaba por él en otro departamento, como si se hubiera perdido, hosco, resuelto, seguro de no estar equivocado. Se quedó oyendo ese tono empecinado y cuando por fin salió al pasillo lo vio en el descanso de la escalera, un hombre avejentado, vestido con una elegancia pasada de moda, que subía fatigosamente. «¿Dónde te has venido a vivir?», le había dicho, hablando rápido como siempre que estaba emocionado. Llevaba un traje cruzado, de corte antiguo, y un moño azul sobre la camisa blanca, ligeramente raída. Sus ojos claros evitaban mirar de frente pero parecía feliz y hacía planes fantásticos, igual que siempre, dejándose llevar por las palabras, como si su hijo fuera un desconocido y quisiera conquistarlo. De todos modos, recién al final de la noche, en un restaurante sobre Carlos Pellegrini, Emilio creyó entender el motivo de ese viaje. Estaban terminando de cenar y de pronto su padre empezó a hablarle con aire desenvuelto y borroso de una mujer. Entusiasmado, seguro de sí mismo y alegre, se encerró en una complicidad viril y un poco sucia para hablar de ella y por fin se empecinó en que Emilio fuera con él a conocerla. La mujer vivía en un departamento recién estrenado; sobre el piso cubierto con hojas de diario se desparramaban valijas, baúles abierto...
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