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by
Victor Hugo
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September 22 - September 29, 2025
el tiempo es ciego; el hombre es estúpido.
Los monumentos son cada día más raros y parece como si se fueran hundiendo poco a poco absorbidos por las casas. El París de nuestros padres era de piedra, pero nuestros hijos tendrán un París de yeso.
de que el hombre necesita afectos, de que la vida sin ternura y sin amor es un engranaje seco y chirriante y llegó a figurarse, sólo a figurarse, pues estaba aún en esa edad en la que las ilusiones sólo son reemplazadas por otras ilusiones, que los vínculos de la sangre y de la familia eran los únicos indispensables y que un hermanito bastaba para colmar toda una vida.
Las quería, las acariciaba, les hablaba, las comprendía. Desde el carillón de la aguja del crucero hasta la gran campana del pórtico a todas las quería con gran ternura. El campanario del crucero, las dos torres eran para él como tres enormes jaulas, cuyos pájaros, criados por él, sólo para él cantaban. Sin embargo, eran las que le habían vuelto sordo, pero las madres quieren con frecuencia más a aquel hijo que más les hace sufrir.
¿Y habéis conseguido ya el objetivo maravilloso? ¿Habéis conseguido hacer oro? —Si lo hubiera conseguido —respondió el archidiácono, articulando lentamente sus palabras como alguien que está reflexionando— el rey de Francia se llamaría Claude y no Luis.
El espíritu femenino se compenetra más rápidamente que la inteligencia de los hombres. Una enemiga acababa de presentarse; y todas tuvieron este mismo sentimiento y todas se aliaron contra ella. Basta una gota de vino para teñir todo un vaso de agua; y para teñir o cambiar el ambiente de toda una reunión de hermosas mujeres basta con la llegada de una más bonita que ellas; sobre todo si en la reunión hay un solo hombre.
Para vos, mi querido Jehan, una bolsa es como tener la luna en un cubo de agua. Se la puede ver pero no está allí; es sólo el reflejo.
Lasciate ogni speranza
El exceso de dolor como el exceso de alegría es algo violento que dura poco. El corazón humano no puede permanecer demasiado tiempo en ninguno de esos extremos.
Es que el amor es como un árbol, un árbol que crece por sí mismo, que echa profundamente sus raíces por todo nuestro ser y con frecuencia sigue aún reverdeciendo incluso en un corazón destrozado. Y lo que es más inexplicable es que, cuanto más ciega es la pasión, con más tenacidad se mantiene. Nunca es más sólida que cuando no tiene en qué apoyarse.
El corazón humano (dom Claude había meditado mucho sobre este tema) no puede aguantar más que un cierto grado de desesperación. Cuando la esponja está ya totalmente empapada, el mar puede cubrirla pero sin añadirle ni una lágrima más.
Primero me gustaron las mujeres, luego los animales y ahora me gustan las piedras. Es tan divertido como los animales y las mujeres pero menos pérfido.