El indicador infalible de un desbordamiento inminente es empezar a usar las palabras «siempre» o «nunca» en el argumento. Los Gottman lo llaman la «universalización» («¡Siempre me haces lo mismo!» o «¡Nunca puedo contar contigo!»). Hablar así es fulminar absolutamente toda posibilidad de discurso justo o inteligente.

