Me conmovió pensar que, incluso al borde de la inanición, las promesas aún tenían valor para mis amigos. Las montañas nos habían causado un gran sentimiento de pérdida y angustia. Nos habían quitado a nuestros mejores amigos y a los seres queridos, nos habían obligado a afrontar espantosas e intolerables situaciones y nos habían cambiado de un modo que tardaríamos años en