Mientras que otras culturas dejaban a los chicos al cuidado de sus madres hasta que eran lo bastante mayores para arrastrar un arado o blandir una espada, los judíos empezaban a introducir a sus vástagos en la antigua narrativa de su cultura tan pronto como los pequeños eran capaces de entender las palabras, a los dos años, y de leerlas, con frecuencia a la avanzada edad de tres. La escolarización, en definitiva, comenzaba poco después del destete.

