Estás loco, dice. Yo me río. Ha sido increíble, dice. Te has superado a ti mismo. Sí, amor, me he superado. Me tiendo en el suelo, junto a la cama, intento conciliar el sueño, pero no dejo de repetir el partido mentalmente. Oigo su voz en la oscuridad, por encima de mí, como la de un ángel. ¿Cómo te sientes? Ha sido una manera bastante interesante de pasar la tarde. En semifinales he de enfrentarme a Robby Ginepri, un joven georgiano del que se habla mucho.

