Dejo que crea que la multitud nos vitorea a los dos. Y entonces salgo yo. Ahora, los vítores se triplican. Baghdatis se vuelve y se da cuenta de que los primeros vítores eran para él, pero que éstos son para mí, lo que lo obliga a revisar sus expectativas y a reconsiderar lo que le espera. Sin golpear ni una sola pelota, he conseguido alterar enormemente su sensación de bienestar. Un truquito de veterano. De gato viejo.

