una sensación de lo más extraña se adueñó de Helena. Fue como si una chispa prendiera en su interior, una chispa que le resultaba familiar, pese a que estaba segura de no haber experimentado nada igual antes. Esa constante tirantez que notaba en el pecho, como si de una cuerda a punto de romperse se tratara, desapareció poco a poco.