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No tengo ni idea de lo que quiero hacer con mi vida, cuál es mi propósito, ningún indicio concreto de haber encontrado una meta. Y aun así, el tiempo me ha encontrado a mí.
Porque estoy viva. Puede que esté rota y asustada, pero estoy viva.
Si vas por la vida intentando descifrar lo que es justo o si te mereces algo o no, caes en un pozo del que es muy difícil salir.
El silencio amplifica la voz que suena en mi cabeza, diciéndome que tengo que hacer algo de provecho con mi vida.
No quiero creer lo que una persona dice e ignorar lo que hace. No quiero ver solo lo que quiero ver.
Qué extraño es todo esto. Qué absoluta locura. La diferencia entre la vida y la muerte la puede marcar algo tan simple y sencillo como un paso que das en una u otra dirección.
—Supongo que si tú y yo llegamos a un punto en que no podemos seguir con lo nuestro es porque no estábamos destinados a estar juntos. ¿No? Que no somos la persona indicada para el otro. Necesito creer que las cosas tienen un sentido. No podría soportar el caos que supondría que todo lo que pasa en el mundo fuera resultado del azar y no obedeciera a una razón. Porque entonces tendría que ir por ahí cuestionando cada decisión que tome y las que tomaré a lo largo de mi vida. Si nuestro destino está determinado por cada paso que damos… Es demasiado agotador. Prefiero creer que las cosas suceden
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Cuando te sientas y deseas que las cosas hubieran sucedido de una manera distinta, no puedes anhelar que desaparezca solo lo malo. Debes pensar en todo lo bueno que también perderías. Es mejor quedarse en el presente y centrarse en cómo hacer las cosas bien en el futuro.
Prefiero los problemas con soluciones, los conflictos en los que una persona tiene razón y la otra está equivocada, en donde lo único que tienes que hacer es descubrir quién cumple cada rol. Este conflicto no es así.
—O quizá no estamos predestinados a estar juntos —comento—. Y tal vez también está bien.
Pero, a veces, desearía ser yo la que controlara mi destino.
Predestinado o no, nuestras vidas siguen siendo el resultado de nuestras decisiones.
Voy a hacerlo lo mejor que pueda y viviré bajo la conjetura de que hay cosas en la vida que debemos hacer. Si hay personas en este mundo a las que debemos amar, las encontraremos. A su debido tiempo.
El futuro es tan increíblemente impredecible, que intentar planificarlo es como estudiar para un examen al que no te presentarás.
«Sé que tal vez hay universos en los que tomé decisiones distintas que me llevaron a otro sitio, con otra persona. Y mi corazón se rompe por cada versión mía que no terminó junto a ti.»