Cuando el primero de los reyes de la Casa de Hannover, Jorge I, ascendió al trono, dejó de asistir a las reuniones del gabinete, cuyos miembros hablaban un idioma que él no comprendía (Jorge I era alemán). El gabinete ejerció todos los poderes ejecutivos y se consideraba responsable ante el Parlamento. El rey «reinaba pero no gobernaba».

