Javier Marías escribe en Los enamoramientos que «[…] hasta los suicidios son debidos a un azar». Y eso me hace pensar en Borges y su metáfora de la vida como un juego, una lotería que todos jugamos —con «consecuencias incalculables»— por el simple hecho de haber nacido: «A veces un solo hecho […] era la solución genial de treinta o cuarenta sorteos».

