Daniela Rodriguez

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Incluso sentía una inesperada excitación cuando le bajaba los pantalones sujetándole los brazos, mientras ella forcejeaba. Dirigiéndole insultos en voz baja mientras ella se me resistía con todas sus fuerzas, lograba penetrarla en una de cada tres oportunidades. Entonces se quedaba mirando el techo en la oscuridad con los ojos vacíos, como si fuera una esclava sexual forzada por los nipones.
La vegetariana
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