Esta mezcla de alta extroversión (tomar acciones audaces) y poca curiosidad (no probar otras perspectivas), sostiene McAdams, contribuyó a la catastrófica decisión de Bush de iniciar la guerra de Irak. En otras palabras, los rasgos de personalidad de Bush moldearon su destino como líder para bien y para mal. Si quieres entender a George W. Bush, tienes que saber algo sobre su personalidad. Y eso se aplica a todas las personas que conoces. Si quieres comprender a otra persona, tienes que ser capaz de describir la energía particular que aporta a un entorno.