La desconexión social deforma la mente. Cuando las personas se sienten invisibles, tienden a cerrarse socialmente.7 Quienes se sienten solos y no son vistos se vuelven suspicaces. Empiezan a ofenderse cuando no hay tal intención. Tienen miedo de lo que más necesitan, que es el contacto íntimo con otros seres humanos. Son azotados por oleadas de autodesprecio y dudas.