Hay una habilidad que reside en el corazón de cualquier persona, familia, escuela, organización comunitaria o sociedad sana: la capacidad de ver a otra persona en profundidad y hacer que se sienta vista; conocer con precisión a otra persona, permitirle sentirse valorada, escuchada y comprendida. Ésa es la esencia de ser una buena persona, el máximo regalo que puedes dar a los demás y a ti mismo.