Para conocer bien a una persona es necesario saber quién era antes de sufrir sus pérdidas y cómo rehízo toda su perspectiva después de ellas. Si un subtexto de este libro es que la experiencia no es lo que te sucede, es lo que haces con lo que te sucede, entonces una de las lecciones siguientes es que para conocer a alguien que ha sufrido hay que saber cómo ha procesado su pérdida: ¿emergió más sabio, más amable y más fuerte, o destrozado, estancado y asustado? Para ser un buen amigo y una buena persona hay que saber acompañar a alguien en este proceso.