Una madre normal te hubiera advertido contra tales pasiones, pero yo no tengo autoridad moral para dar consejos de temperanza, de modo que siguió una de nuestras conversaciones típicas. –Formidable, Paula. ¿Vas a vivir con él? –Primero debo terminar mis estudios. –¿Piensas seguir estudiando? –¡No puedo dejar todo tirado! –Bueno, si se trata del hombre de tu vida... –Calma, vieja, acabo de conocerlo. –Yo también acabo de conocer a Willie y ya ves donde estoy. La vida es corta, hija. –Es más corta a tu edad que a la mía.

