Acababas de regresar de un retiro espiritual con las monjas del colegio en el cual trabajas, cuarenta horas a la semana como voluntaria ayudando a niños sin recursos, y me contaste que había sido una experiencia intensa y triste, te abrumaban las dudas, tu fe era frágil. –Ando buscando a Dios y se me escapa, mamá... –Dios espera siempre, por ahora es más urgente buscar un médico.

