Marcela

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de alguna manera el poeta se enteró de los millares de presos, supliciados y muertos. Le destrozaron las manos a Víctor Jara, fue como matar a un ruiseñor, y dicen que él cantaba y cantaba y eso los enardecía aún más; qué es lo que pasa, se han vuelto todos locos, murmuraba con la vista extraviada.
Paula
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