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observador que se pregunta a qué horas se perdió el sentido, eso que llamamos sentido y que es invisible pero que cuando falta, la vida ya no es vida y lo humano deja de serlo.
el cerebro le estalló en pedazos y para ayudarla a recomponerlo sólo puedo guiarme por la brújula de mi amor por ella, mi inmenso amor por ella, pero esa brújula hoy por hoy es incierta porque me cuesta quererla, por momentos me cuesta mucho porque mi Agustina no está amable ni parece quererme ya,
Guerra o indiferencia, y no se sabe cuál de las dos es más difícil de lidiar,
porque Agustina es así, divertida y ocurrente pero llevada de todos los demonios.
Qué inútil es pero cómo la quiero.
y sin embargo su pelo revuelto lleva a Aguilar a desearla y como todo lo de ella, lo hace estremecer ante el privilegio de tener a su lado a esa criatura de espléndida belleza
el miedo de quien cuenta a ojo cerrado con una felicidad que de repente no parece tan asegurada.
el solo hecho de que me reconociera y me dirigiera la palabra ya era un cambio de la tierra al cielo,
sin abrazar a Agustina por temor a merecer su rechazo y al mismo tiempo temiendo que se le destemplara el ánimo si no la abrazaba;
qué loca tan linda y me enamorara de ella perdidamente y hasta el día de hoy, sin sospechar siquiera que la locura, que no era eso que Agustina tenía entonces sino que es esto que tiene ahora, no es para nada linda sino que es pánica y es horrenda.
era una de esas estrellas fugaces que atraviesan tu camino y siguen de largo,
todos los secretos están guardados en un mismo cajón, el cajón de los secretos, y que si develas uno corres el riesgo de que pase lo mismo con los demás, Y usted sí que mantenía un secreto gordo
otra vez adolescentes, amigazos, conchabados, debe ser cierto eso de que quienes han compartido sábanas nunca se apartan del todo.
yo por mi parte había vuelto a ser persona, porque era la primera vez, desde el episodio oscuro, que la mujer que adoro daba muestras de necesitarme.
yo no sé qué será la felicidad, dice Aguilar, supongo que nadie lo sabe, lo que sí sé es que felicidad fue lo que sentí cuando vi mi nombre escrito por ella en esa hoja de papel,

