“Y a por un trago.” Se quedó mirando el vaso en mi mano. Percibí el juicio en su voz. Pero con él, nunca sabía lo que realmente quería decir. Me encogí de hombros. “Sí, bueno, tenía sed.” William arqueó una ceja. “¿Nos hemos quedado sin agua?” “¿Quién eres? ¿Mi madre?” pregunté.

