More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Un destello de alivio le cruza los ojos, reemplazado demasiado rápido por el dolor.
Y entonces pronuncia una palabra. Una palabra que jamás pensé que me dirigiría: —Ayúdame.
¿Dónde está el tipo que le iba a proponer matrimonio a mi mejor amiga? ¿Dónde está el tipo que tuvo un ataque de pánico tirado sobre el suelo de su habitación? ¿Dónde está el tipo que se reía con tantas ganas que se le marcaban dos hoyuelos en las mejillas? ¿Dónde está el tipo al que consideraba mi amigo? —¿Qué te ha pasado? —susurro—. ¿Dónde has ido? —Al infierno —contesta—. Al final he encontrado el infierno.
—¿Aaron? Percibo una pausa prácticamente imperceptible en su respiración. La vacilación. Es la primera vez que uso su nombre con tanta naturalidad. —¿Sí? —Quiero que sepas que no creo que estés loco —le digo. —¿Qué? —se sorprende. —No creo que estés loco —repito—. Y no creo que seas un psicópata. No creo que seas un asesino despiadado. No me importa lo que los demás digan de ti. Creo que eres una buena persona.
Tengo la sensación de que estoy a unos cuatro meses de enamorarme perdidamente de ti, así que, por favor, no permitas que te maten, ¿vale?
Cuando nos separamos, respira con dificultad, con el rostro sonrojado y dice: —Vuelve, cariño. Vuelve. Todavía me cuesta respirar y busco desesperadamente respuestas en sus ojos. Explicaciones. —¿A dónde? —Aquí —susurra, presionando mis manos sobre su corazón—. A casa. —Pero yo no…
Para el mundo, ella es extraordinaria. ¿Para mí? Para mí, Ella es el mundo.
Cuando oigo la risa de Ella, soy feliz.

