Atravesamos, por lo tanto, una especie de Renacimiento 2.0, donde las historias y la emoción recobran un valor trascendental para las marcas en su relación con sus clientes. De esta reflexión surge la conclusión de que Branding + marketing deben realinearse, integrarse, unirse para multiplicar. Fundamentalmente en los mercados más maduros, el público no quiere comprar productos, sino que prefiere consumir experiencias.

