Los bebés pueden hacer ruidos, gritar, sentarse e incluso llorar mientras siguen dormidos. En ocasiones, los padres pueden reaccionar de manera excesivamente rápida a cualquier pequeño ruido, interrumpiendo así el proceso natural del sueño del bebé. Al intervenir inmediatamente, es posible que estemos impidiendo que el bebé complete sus ciclos de sueño y aprenda a enlazarlos por sí mismo.