Sor Evangelina Ponce de León era de estatura media, un poco gorda, de una palidez de cera de iglesia, todas las facciones de su cara iban hacia abajo. Sus ojos pardos caían en punta, la nariz se doblaba hacia abajo en una especie de gancho que caía, los labios finos y apretados se arqueaban hacia el piso, solo su fuerte pecho y su gordo trasero iban hacia arriba como haciéndose paso y estableciendo una distancia entre ella y las otras; toda su pretensión se reflejaba en esas dos partes de su cuerpo. Los dientes eran blanquísimos, pero también estaban clavados hacia abajo y cuando hablaba
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