La felicidad de escuchar a la Nueva contándonos lo que Tarrarrurra le decía al oído merecía todos esos sacrificios. Nunca nos repitió la misma historia. Las aventuras que le pasaban en el mundo eran fabulosas, a veces entraba a las casas de los ricos donde nos decía que todos los platos y tazas eran de oro o de plata, nos describía las señoras y señores ricos vestidos con vestidos de terciopelo y de rasos maravillosos.

