—Antes pensaba que los finales podían ser felices o tristes. Que las historias podían ser felices o tristes. Que las personas podían ser felices o tristes. Y creía que mi final, mi historia, yo, siempre nos decantaríamos hacia lo segundo. Le entraron ganas de estrecharla entre sus brazos, pero la dejó continuar. —Y entonces te conocí. E hiciste que, por primera vez, me preguntara si había algún fallo en aquel razonamiento. Quizá la gente puede ser feliz y triste a la vez. Quizá las historias son confusas y complicadas. Quizá los finales no siempre incluyen soluciones que lo cierran todo con un
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