More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
«Nunca jodas a un miembro del Clan Z. Te matará antes de que puedas siquiera explicar tus motivos».
¿Es que nadie le ha dicho nunca que hay cosas que no tienen arreglo? Yo soy una de ellas. Me han partido en pedazos una y otra vez. Como un jarrón de cerámica que se rompe, unes los pedazos y vuelve a romperse, así una y otra y otra vez. Al final ya no queda nada del jarrón inicial, solo pedazos de pegamento correosos y feos. Así soy yo, un conjunto de trozos inservibles unidos por una sola razón: recuperar lo que se me ha arrebatado.
―Mía ―gruño, atrayendo todas las miradas. Me muevo rápido, me quito las gafas y las lanzo sobre mi hombro, rodeo la mesa y en solo un pestañeo tengo al puto Karaj sujeto por el cuello―. Es mi chica. Mi. Maldita. Mujer. ¿Lo has entendido o tengo que grabártelo en la puta frente con el cortaúñas de tu amigo?
Cómo reaccionarías si un jodido idiota la devorara con la mirada frente a tus putas narices?! ¡Peor aún! ¡¿Lo has escuchado?! ¡¿Nuestra chica?! ―Esta vez soy yo el que descarga toda la rabia golpeando la puerta―. ¡¿A qué mierda ha venido eso?! ¡Es mi mujer, joder! ¡Me pertenece a mí, a nadie más!
―Arturo Lagos, ¿de dónde has salido y por qué no te he conocido antes? Se encoge de hombros sin perder la sonrisa. ―Siempre he estado aquí, pequeña. Culpa tuya por haber tardado tanto en encontrarme.