Kindle Notes & Highlights
en la naturaleza, si las raíces son profundas, el árbol será firme; en la construcción, si los cimientos son sólidos, la casa será estable; en nuestras vidas, si el fundamento es Cristo, permaneceremos inconmovibles hasta el fin.
Reconocer la centralidad de Cristo da sentido a nuestra existencia y nos hace arder el corazón.
Un conocimiento completo de Él tiene el poder de transformarnos por completo, porque cuando somos cautivados por su hermosura, podemos reconocer que todo lo que Él es, es todo lo que necesitamos.
Lo mejor que Dios pudo darnos es Cristo.
Conocer a Cristo en el Espíritu es experimentarlo en intimidad.
Nos cargamos y nos agotamos cuando hacemos cosas para Él, pero no vamos a Él. Encontramos descanso cuando nos volvemos dependientes de Él. Nos volvemos religiosos cuando hablamos de Él, pero no hablamos con Él. Encontramos descanso cuando obedecemos con mansedumbre a su voz. Nos llenamos de orgullo cuando dejamos deliberadamente de aprender de Él, pero encontramos descanso cuando nos humillamos ante los pies del Maestro. El yugo de la carnalidad es agotamiento, enojo y orgullo, sin embargo, el yugo de Cristo es dependencia, mansedumbre y humildad.
¿Notaste como toda esa fragancia queda en tu ropa y en tus mejillas? En nuestra vida de intimidad con Cristo sucede exactamente lo mismo. Cuanto más se nos revela de Él, más de su carácter y naturaleza se nos impregnan y mientras más tiempo pasamos con Él, lo que está en Él se pasa a nosotros.
