More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
―No somos animales ―siseo contra su rostro―. Si sientes la necesidad de abusar de una mujer, puedes hacerlo, pero fuera de mi casa, y no te molestes en regresar.
―¿No tengo permitido hacerlo? Sonríe de nuevo y niega con la cabeza. ―Tienes la mala costumbre de poner en mi boca palabras que no he dicho. Solo siento curiosidad. Después de tu triple salto mortal con tirabuzón no habías vuelto a salir por tu propia voluntad.
Estoy pensando en probar de nuevo lo del salto, pero esta vez directamente hacia abajo. ¿Qué me recomiendas? ―Un paracaídas
Si ya pensaba que era rara, ahora estoy seguro de que algo no funciona bien en su cabeza, y eso me encanta porque no es que yo esté muy cuerdo tampoco. Supongo que entre tarados nos entendemos.
―Si lo de anoche hubiese sido una cita de verdad, ahora mismo tú no podrías andar, Mía ―susurro contra su boca, enfatizando su nombre.
―Hay más de veinte hombres armados aquí. Si intentas algo, no durarías ni cinco segundos. Ella también sonríe. ―Me sobrarían cuatro para matarte ―replica, y que me parta un rayo si no es lo más sexy que he escuchado nunca en boca de una mujer.
Podría hacerlo, pero no lo hará. Bailey se dedica a salvar vidas, no las arrebata.
―Eres una mujer excepcional, Bailey. Zarco debe sentirse el hijo de puta más afortunado del mundo por haberte encontrado.
―No podía encontrar una mujer sencilla, el muy cabronazo fue a por una incluso más loca que él
―Me he dado cuenta de que sí que hay vidas que valen más que otras y, para mí, la tuya es una de ellas.
―Hay que aceptar lo malo para poder disfrutar de lo bueno, Mía.
―No es un insulto. Solo estoy definiendo tu personalidad en base a tu comportamiento, idiota.
―¿En serio? Ese es un intento de manipulación muy pobre, Zarco. Sabes hacerlo mejor. ―No debería tener que manipularte para que quieras follarme, Mía ―dice con voz ronca y rasgada.
―No, me necesitas. ―Claro que lo hago, en todos los sentidos, y ese es el jodido problema. ―Sujeto su rostro entre mis manos y pego mi frente a la suya―. Te prohíbo que mueras.