Volvamos ahora a la pregunta que he planteado al principio del libro: si somos tan sabios, ¿por qué somos tan autodestructivos? Somos, a un tiempo, los animales más inteligentes y los más estúpidos de la Tierra. Somos tan inteligentes que podemos producir misiles nucleares y algoritmos superinteligentes. Y somos tan estúpidos que, aunque no estemos seguros de poder controlarlas, y aunque no hacerlo podría conducirnos a la destrucción, seguimos produciendo estas cosas. ¿Por qué lo hacemos? ¿Acaso hay algo en nuestra naturaleza que nos fuerza a seguir la senda de la autodestrucción?