Al registrar el pago de impuestos, las tabletas de arcilla de la antigua Mesopotamia ayudaron a forjar las primeras ciudades-Estado. Al canonizar las ideas proféticas, los libros sagrados extendieron nuevos tipos de religiones. Al difundir con celeridad las palabras de presidentes y ciudadanos, los periódicos y el telégrafo abrieron la puerta a las democracias a gran escala y a los totalitarismos de gran envergadura. La información que se registraba y se distribuía por estas vías a veces era cierta, a menudo falsa, pero sin duda creó nuevas conexiones entre un número mayor de personas.