El más evidente: ¿quién decide qué incluir en el libro sagrado? El primer ejemplar no cayó del cielo. Tuvo que ser compilado por humanos. Aun así, los fieles esperaban que este problema controvertido pudiera resolverse de una vez por todas mediante un esfuerzo supremo. Si pudiéramos reunir a los humanos más sabios y dignos de confianza, y todos se pusieran de acuerdo en cuanto al contenido del libro sagrado, entonces podríamos sacar a los humanos del bucle y las palabras divinas estarían para siempre a salvo de la interferencia humana. Contra este proceder pueden argumentarse muchas
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