En la era del nuevo pacto (inaugurada por Jesús), todos en el pueblo de Dios son considerados profetas en cierto sentido, pues todos tienen la palabra del Señor en su corazón y la dan a conocer a su vecino (Jl. 2:28-29; He. 8:11; Hch. 2:16-18; cp. Mt. 5:12). No obstante, incluso en esta era de cumplimiento, existe un don singular de profecía que se da solo a algunos en el pueblo de Dios (Ro. 12:6; 1 Co. 12:10, 29; 14:29-32). Esa profecía incluye aparentemente predicciones de acontecimientos futuros y exhortaciones oportunas que demuestran una visión más allá de lo natural (1 Co. 14:25-30; Hch.
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