—¿Qué quieres decir? —preguntó ella, con cara de asustada. —De mí —respondí, con el corazón acelerado—. De nosotros. —Me encogí de hombros, impotente—. De nuestra relación. ¿Qué quieres de mí? —¿Sinceramente? Asentí. —Siempre. —Todo —susurró, mirándome a los ojos—. Sobre todo las partes rotas.