Hermanos, no temáis al pecado de la gente, amad a las personas también con sus pecados, pues ese amor es semejante al amor divino y es la cumbre del amor en la tierra. Amad la obra completa de Dios, cada grano de arena, cada hoja, cada rayo divino habéis de amar. Amad a los animales, amad a las plantas, amad todas y cada una de las cosas. Si amas todas y cada una de las cosas, en ellas percibirás el misterio divino. Cuando lo hayas percibido una vez, empezarás a conocerlo sin descanso, cada vez más, todos los días. Y finalmente amarás a todo el mundo sin excepción, con un amor universal.