Joven, no te olvides de rezar. En cada oración tuya, si es sincera, refulgirá un sentimiento nuevo y, con él, una idea nueva que antes desconocías y que te confortará. Y comprenderás que la plegaria es educación. Recuerda: cada día, y siempre que puedas, repite para ti: «Señor, ten piedad de todos los que hoy comparezcan ante ti». Pues a cada hora y a cada instante miles de personas abandonan la vida en esta tierra y sus almas se presentan ante Dios, y muchas se despiden de la tierra en soledad, ignoradas, tristes y melancólicas, sin que nadie se compadezca de ellas o sepa siquiera si están
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