Precisamente, siempre que me acerco a la gente, me da la sensación de que yo soy más canalla que nadie y de que todo el mundo me toma por un bufón, de modo que me digo: «Venga, vamos a hacer el bufón; no tengo miedo de vuestra opinión, porque todos, todos sin excepción, ¡sois más canallas que yo!».