–No puede ser. Es usted demasiado inteligente, señor. Le gusta el dinero, eso lo sé, señor; también le gustan los honores, porque es usted muy orgulloso; le gustan sobremanera los encantos del sexo femenino; y, por encima de todo, le gusta vivir en serena abundancia, sin tener que inclinarse ante nadie, eso más que nada, señor. No querrá usted arruinarse la vida cargando con tanta vergüenza en el juicio. Es usted como Fiódor Pávlovich: de todos los hijos, señor, usted es el que más se le parece, tiene la misma alma que su padre, señor.