Admitamos que no crea en el orden de las cosas, pero aprecio las hojillas pegajosas que brotan en primavera; aprecio el cielo azul; aprecio a ciertas personas a las que a veces uno, aunque no lo creas, coge afecto sin saber por qué; aprecio determinadas proezas humanas en las que quizá hace ya tiempo dejé de creer, si bien, por la fuerza de la costumbre, sigo respetándolas sinceramente.