Pues que, aunque perdiera la fe en la vida, aunque dejara de creer en la mujer amada y en el orden de las cosas, aunque me convenciera, incluso, de que todo es un caos informe, maldito y acaso diabólico, aunque me fulminaran todos los horrores del desencanto humano, a pesar de todos los pesares, aún desearía vivir: ¡una vez que me he llevado la copa a los labios, pienso apurarla hasta el final! De todos modos, con treinta años, lo más seguro es que arroje la copa, aun sin haberla vaciado, y que me vaya... no sé adónde. Pero hasta los treinta años, de eso sí que estoy seguro, mi juventud podrá
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