Y, si los sufrimientos de los niños han servido para completar la suma de sufrimientos necesaria para comprar la verdad, yo afirmo de antemano que esa verdad no vale un precio semejante. ¡No quiero, en fin, que la madre abrace al verdugo que ha hecho que los perros destrocen a su hijo! ¡Que no se atreva a perdonarlo! Si quiere, que le perdone al torturador su propio sufrimiento, su inconmensurable dolor de madre, pero no tiene derecho a perdonar los padecimientos del hijo despedazado, ¡que no se atreva a perdonárselos al verdugo, por más que el pobre crío se los perdone! Y, si eso es así, si
...more