–¿Y las hojillas pegajosas, las tumbas adoradas, el cielo azul, la mujer amada? ¿Cómo vas a vivir? ¿Cómo piensas amarlos? –exclamó Aliosha con pesar–. Con semejante infierno en el pecho y en la cabeza, ¿cómo va a ser posible? No; tú te vas, precisamente, para unirte a ellos... Y, si no, te matarás, ¡no vas a poder aguantar!