More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen.
siempre hay abajo más miseria que fraternidad arriba,
"No preguntéis su nombre a quien os pide asilo. Precisamente quien más necesidad tiene de asilo es el que tiene más dificultad en decir su nombre".
Hay en nuestra civilización momentos terribles, y son precisamente aquellos en que la ley penal pronuncia una condena. ¡Instante fúnebre aquel en que la sociedad se aleja y consuma el irreparable abandono de un ser pensante!
Pensó que fortalecer su inteligencia era fortalecer su odio; porque en ciertos casos la instrucción y la luz pueden servir de auxiliares al mal.
Ciertas personas son malas únicamente por necesidad de hablar. Su palabra necesita mucho combustible y el combustible es el prójimo.
Querer prohibir a la imaginación que vuelva a una idea es lo mismo que prohibir al mar que vuelva a la playa.
Hay instintos para todos los encuentros de la vida.
tiene a veces casa, y la ama, porque en ella encuentra a su madre; pero prefiere la calle, porque en ella encuentra la libertad.
No ver a las personas es cosa que permite suponer en ellas todas las perfecciones.
los viejos tienen tanta necesidad de afectos como de sol.
Vivía de robar con violencia; quería ser elegante, y la primera elegancia es el ocio; el ocio de un pobre es el crimen. A los dieciocho años tenía ya muchos cadáveres tras él.
Sentía que esas criaturas humanas, sus hermanos en Jesucristo, agonizaban inútilmente a su lado sin que él hiciera nada por ellos.
y no hay nada más peligroso que la interrupción del trabajo, porque es una costumbre que se pierde. Costumbre fácil de perder y difícil de volver a adquirir.
Los ladrones no interrumpen su actividad por estar en manos de la justicia. No se preocupan por tan poco. Estar en prisión por un crimen no impide comenzar otro crimen.
En las emociones violentas no se lee, se atrapa el papel, se le oprime como a una víctima, se le estruja, se le clavan las uñas de la cólera o de la alegría, se corre hacia el fin, se salta el principio; la atención es febril, comprende algo, un poco, lo esencial, se apodera de un punto, y todo lo demás desaparece.
Cuando un hombre vestido por el Estado persigue a otro hombre andrajoso, es con el objeto de convertirlo en hombre vestido también por el Estado.
¡Pensar! Cosa inusitada para él, y que le causaba un dolor indecible. Hay siempre en el pensamiento cierta cantidad de rebelión interior, y le irritaba sentirla dentro de sí.

