Si aún vives en el mundo de la suma y la resta te es difícil dar el diezmo porque sientes como que les estás restando el diez por ciento a tus ingresos. Pero una vez que te gradúes y pases a la multiplicación, te darás cuenta de que Dios puede hacer más con el noventa por ciento, que tú con el cien por ciento. ¿Por qué? Porque cuando tú introduces a Dios en la ecuación de tus finanzas, el juego cambia.

