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March 3, 2019
Las oraciones audaces honran a Dios, y Dios honra las oraciones audaces.
Los momentos más grandiosos de la vida son esos momentos milagrosos en los cuales se cruzan la impotencia humana y la omnipotencia divina … y se cruzan cada vez que hacemos un círculo alrededor de las situaciones imposibles de nuestra vida e invitamos a Dios a intervenir en ellas.
Para hacer círculos de oración se comienza por discernir lo que Dios quiere; lo que es la voluntad de Dios.
Los milagros son el producto secundario de oraciones que fueron hechas por ti o para ti.
No tenemos porque no pedimos, o tal vez debería decir que no tenemos porque no trazamos círculos.
La mayor tragedia que puede haber en la vida son las oraciones que quedan sin respuesta porque no las hacemos.
Nosotros oramos a partir de nuestra ignorancia, pero Dios responde a partir de su omnisciencia. Nosotros oramos a partir de nuestra impotencia, pero Dios responde a partir de su omnipotencia.
Una fe bien desarrollada produce unas oraciones bien definidas, y las oraciones bien definidas tienen por resultado una vida bien vivida.
«Dios no responde las oraciones imprecisas».
Mientras más fe tengas, más específicas serán tus oraciones. Y mientras más específicas sean tus oraciones, más gloria recibirá Dios.
Nos damos por vencidos con demasiada facilidad. Nos damos por vencidos demasiado pronto. Dejamos de orar precisamente antes de que se produzca el milagro.
Los hacedores de círculos saben que siempre es demasiado pronto para dejar de orar, porque uno nunca sabe cuándo el muro se encuentra a punto de caer.
La oración consiste en pedirle a Dios que haga algo, tiempo futuro; la alabanza consiste en creer que Dios ya lo ha hecho, tiempo pasado.
La oración tiene el poder de resucitar sueños muertos para darles una vida nueva; una vida eterna.
Si pones en la mano de Dios lo poco que tienes en tus manos, no solo saldrá bien la cuenta, sino que Dios lo va a multiplicar.
la voluntad de Dios nunca hace sus sumas a base de los cálculos humanos.
Aprendí que si uno no está dispuesto a meterse en esas situaciones de «esto es una locura», nunca experimentará momentos de «esto es maravilloso».
Lucas 6:38
Si aún vives en el mundo de la suma y la resta te es difícil dar el diezmo porque sientes como que les estás restando el diez por ciento a tus ingresos. Pero una vez que te gradúes y pases a la multiplicación, te darás cuenta de que Dios puede hacer más con el noventa por ciento, que tú con el cien por ciento. ¿Por qué? Porque cuando tú introduces a Dios en la ecuación de tus finanzas, el juego cambia.
Si buscas las respuestas, no las vas a hallar; pero si buscas a Dios, las respuestas te encontrarán a ti.
Orar con fervor es algo que va mucho más allá de decir palabras: es sangre, sudor y lágrimas.
¿Tiene algo de diferente la oración? Es un hábito que se debe cultivar. Una disciplina que hay que desarrollar. Una habilidad que hace falta practicar. Y aunque no quiero reducir la oración fervorosa a llevar la cuenta del tiempo que se pasa en ella, si quieres llegar a ser un experto en ella, es posible que te lleve diez mil horas. Una cosa sí sé con toda seguridad: mientras más grande es el sueño, más ardientemente tendrás que orar.
«Vivir sin tropezar por causa de Jesús no es ninguna experiencia al estilo Zen. Es llevar una vida sometida a su soberanía, su misterio y su amor. Jesús nos promete que seremos bienaventurados si no hallamos tropiezo en él cuando hace cosas a favor de otras personas.
«sé que aun ahora»
cuando un sueño procede de Dios, tiene más de nueve vidas.
Seguramente habrás escuchado el adagio: «Dios lo dijo, yo lo creo y eso es todo». He aquí una manera nueva de decir esa vieja verdad: Dios lo dijo, yo lo rodeé con un círculo, y eso es todo.
Según los cálculos más conservadores, en las Escrituras hay más de tres mil promesas. En virtud de lo que realizó Jesucristo en la cruz, todas y cada una de ellas te pertenecen. Todas ellas llevan escrito tu nombre. La pregunta ahora es esta: ¿Cuántas de ellas has rodeado con un círculo?
El cambio de paradigmas se produce cuando comprendes que la Biblia no fue hecha para leerla toda hasta el final; la Biblia fue hecha para orarla toda hasta el final. Y si tú la oras, nunca te quedarás sin tema de conversación.
Es difícil no orar con fe cuando se está orando en un lugar donde Dios ya ha hecho un milagro.
Orar con persistencia es pedirle a Dios que nos haga la vida más difícil. Mientras mayor es tu persistencia al orar, más tendrás que trabajar. Y eso es una bendición de Dios.
La razón por la que Dios no responde a nuestras oraciones, no es que no estemos orando con suficiente fervor; en la mayoría de los casos, la razón es que no estamos dispuestos a hacer todo el trabajo que sea necesario.
Estamos tan cerca del sueño, tan cerca de la promesa, tan cerca del milagro, pero no estamos dispuestos a mojarnos los pies.
La oración fervorosa comienza cuando escuchamos el susurro del Espíritu Santo.

