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January 18, 2023 - November 27, 2024
Tal vez fueran esos mismos miembros del Sanedrín los que criticarían a Jesús por sanarle a un hombre su mano seca en sábado una generación más tarde.
La oración que salvó a una generación fue considerada como una de las oraciones más significativas en la historia de Israel. El círculo que él trazó en la arena se convirtió en un símbolo sagrado. Y la leyenda de Honi, el hacedor de círculos, permanece para siempre como un testamento a favor del poder que tiene una sola oración para cambiar el curso de la historia.
A Dios no le ofenden nuestros mayores sueños, ni nuestras oraciones más osadas. Lo que le ofende es todo lo que sea inferior a ellos.
Dios está de nuestra parte.
Dios no es el genio de la lámpara, y tu deseo no es una orden para él.
Para hacer círculos de oración se comienza por discernir lo que Dios quiere; lo que es la voluntad de Dios. Y mientras su soberana voluntad no se convierta en tu deseo santificado, tu vida de oración estará desconectada de su fuente de energía.
ese tipo de dependencia es la materia prima con la que Dios realiza sus mayores milagros.
Los milagros que han sucedido, no habrían sucedido si yo no hubiera comenzado por trazar un círculo alrededor de ellos.
el interés primario de Dios es en quién nos estamos convirtiendo durante el proceso.
Quiero ser famoso en mi hogar.
Los hacedores de círculos son hacedores de historia.
En el gran plan de la historia de Dios hay una nota debajo de cada titular. La nota es la oración. Y si tú te centras en las notas, Dios escribirá los titulares. Son tus oraciones las que cambian la línea de la trama divina.
Nuestra generación necesita urgentemente redescubrir la diferencia que existe entre orar por algo y orar sin desmayar.
Orar sin desmayar es una cuestión de constancia.
La desilusión es como la desfibrilación de los sueños. Si reaccionamos ante ella de la manera correcta, la desilusión puede en realidad restaurar el ritmo de nuestras oraciones y resucitar nuestros sueños.
La fe auténtica no se limita a celebrar ex post facto, esto es, después que el milagro ya ha sucedido; la fe auténtica celebra antes que suceda el milagro, como si el milagro ya hubiera sucedido, porque uno sabe con toda certeza que Dios le va a cumplir lo que le ha prometido.
La oración consiste en pedirle a Dios que haga algo, tiempo futuro; la alabanza consiste en creer que Dios ya lo ha hecho, tiempo pasado.
Dios no hace milagros para satisfacer nuestros caprichos egoístas. Dios hace milagros por una razón, y solo por esa razón: porque quiere dar a conocer su gloria. Nosotros solo tenemos la suerte de ser sus beneficiarios.
La oración y la imaginación son directamente proporcionales entre sí;
Soñar es una forma de orar, y orar es una forma de soñar. Mientras más ores, más grandes se volverán tus sueños. Y mientras más grandes se vuelvan tus sueños, más tendrás que orar. En ese proceso de trazar unos círculos de oración cada vez mayores, se amplía la esfera de la gloria de Dios.
La fecha de nuestra muerte no es la fecha que escriben en la lápida de nuestro sepulcro. El día en que dejemos de soñar, es el día en que comenzaremos a morir. Cuando sacrificamos la imaginación en el altar de la lógica, le robamos a Dios la gloria que le pertenece a él con todo derecho.
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