A menudo nos quedamos en una emoción por incómoda que sea porque nos resulta más fácil quedarnos en ella que mover las tuercas necesarias para fabricar otra emoción. Esta resistencia y esta pereza al cambio son totalmente normales. Date cuenta de que cuando estás en una emoción es porque tus fábricas de emociones están produciendo esa emoción. Girar las ruedas para que generen otras necesita de una energía extra. Pero vale la pena. Acuérdate de esto: el esfuerzo inicial que te supone cambiar una emoción no es signo de que no puedas hacerlo; simplemente, cuesta trabajo llevar tu maquinaria
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